“UN SABIO, CIENTÌFICO AUTODIDACTA Y DIVULGADOR DESINTERESADO DE SUS CONOCIMIENTOS DE CIENCIAS”
Contacto con la profesora Yudith Piriz desde Libertad, 29 de mayo de 2020

La profesora Yudith Piriz recordó en la mañana de la 36 a Gustavo Dalgalarrondo a 10 años de su desaparición física. Píriz docente de geografía hace pocos días publicó un artículo en el semanario La Semana de Libertad, que compartió la 36, indicó que el empuje en su carrera docente se la dio el. “Creo que además de la ciencia, que era lo que le apasionaba, también le gustaba trasmitir su viaje a las Escuelas Rurales o incluso a escuelas de Montevideo también. Su único afán, era trasmitir lo que él sabía, pasarles a los chiquilines ese entusiasmo por la Ciencia, por el Universo. Esa fue su vida. Él no tuvo otro objetivo que ese en su vida: que lo mucho que sabía que les quedara a los chiquilines, también a los adultos, porque él andaba acá en Libertad por las calles y vos te arrimabas a preguntarle por algo, él te hacía una exposición que vos lo entendías enseguida. Era un maestro”, señaló la docente. A continuación transcribimos el contacto con la profesora Yudith Pírez que puede volver a escuchar aquí:
https://archive.org/details/2020-05-29-prof-yudith-piriz-recuerda-a-g-dalgalarrondo

 

Hernán Salina: A muchos oyentes que hace años nos acompañan les habrá tomado por sorpresa escuchar esa voz, lo habrán identificado, escuchábamos a Gustavo Dalgalarrondo que durante años tuvimos el privilegio de conversar con él, sobre todo los sábados. Para sumar a este recuerdo, a 10 años ya del fallecimiento de Gustavo, tenemos en línea a Yudith Piriz que es Profesora de Geografía, que escribió hace pocos días un artículo sobre Gustavo en el periódico La Semana, de Libertad -San José-; desde donde está en contacto con nosotros.
Buen día, Yudith. Gracias por estar con la 36.

Yudith Piriz: Buen día. ¿Cómo están?  Un gusto.

 

HS: La verdad que remueve, desde ayer que escuchábamos esta grabación, que creo nos enviaste vos.

YP: Sí, yo la envié.

 

HS: De Gustavo Dalgalarrondo que decíamos, tuvimos el privilegio de conocer, de conversar con el tantas veces y que de alguna manera te marcó a vos en tu camino docente también.

YP: Sí. Ayer hablaba con tu compañera y le explicaba que, en realidad en el 2009 -finales 2008, principios 2009- empecé a estudiar y un poco el empuje me lo dio él. Muchas veces quise abandonar, y él y otras personas, me siguieron dando para adelante, como yo puse en la nota, Gustavo era un apasionado y trasmitía esa pasión a quien se le acercara. Lo habrán vivido ustedes en la radio que era una persona muy especial y tenía mucho conocimiento y en mi vida él marcó un antes y un después.
 

HS: Vos lo decís en este artículo que la radio ha compartido, lo leíamos ayer, un incansable hurgador de conocimientos y aprendizajes, que, sin haber hecho carrera académica, sin una formación sistemática que pase por aulas, por facultades, en fin, fue acumulando conocimiento y que no se lo guardó para él, fue también como se dice un divulgador.

YP: Fue un divulgador, por supuesto.
Creo que además de la ciencia, que era lo que le apasionaba, también le gustaba trasmitir su viaje a las Escuelas Rurales o incluso a escuelas de Montevideo también, su único afán, el único, era trasmitir lo que él sabía, pasarles a los chiquilines ese entusiasmo por la ciencia, por el universo. Esa fue su vida. Él no tuvo otro objetivo que ese en su vida, que era lo mucho que sabía que les quedara a los chiquilines, también a los adultos, porque él andaba acá en Libertad por las calles y vos te arrimabas a preguntarle por algo, él te hacía una exposición que vos lo entendías enseguida. Era un maestro. Yo puse en la nota -sé que hablando de mi parte soy subjetiva por su ayuda, por haber entregado tanto- pero yo creo que ese grupo de personas que lo conocieron bien están de acuerdo conmigo, era una persona muy especial.

 

HS: Claro. Vos tuviste oportunidad de tratarlo directamente, ¿cómo fue el vínculo?

YP: Sí, él andaba siempre por acá por Libertad, cuando empecé a estudiar me dijo: “Yo te ayudo, no sé en qué temas querés que te ayude, básicamente Geología o algo del Universo, pero no tengo problema”.
Me decía él de venir ayudarme a mi casa no es que yo le planteara una duda y venía, no, él me ayudaba desinteresadamente, me prestaba libros, siempre con ganas de trasmitir.

 

HA: Y de una forma además totalmente sencilla, sin ninguna pose de sabiondo ni nada de eso.

YP: No, nada, una sencillez y como yo digo una ansiedad por trasmitir y con esa curiosidad de un niño, porque él tenía eso como infantil de acercarse a todos y de juntar personas para contar de lo que él sabía. Creo que él tenía un don, porque no sé si hay personas que solo leyendo libros investigando un poco, no tenía Internet, eran solo libros que venía estudiando desde hacía años y todo eso le brindó ese saber, por eso pienso que traía algo en sus genes, algo en su sangre de ciencia, de querer saber, esa curiosidad.

 

HS: Que llegaste a conocer vos de la vida de él, a qué se dedicaba, que actividad desarrolló en Libertad…

YP: Él trabajó unos cuantos años en Coca Cola, después trabajó en una imprenta en Montevideo. Y después se jubiló y se dedicó andar acá en las Escuelas a dedicarse de lleno a eso.

 

HS: En esa zona de Libertad, particularmente de Kiyú, que es privilegiada en cuanto a un patrimonio que tiene que cada tanto se conoce, aparecen fósiles, aquella réplica de una mandíbula de tigre de sable que él nos traía acá a la radio, entre otras cosas.

YP: Sí, él iba mucho a las barrancas de Kiyú, iba con su martillito a buscar fósiles, alguna vez que otra me invitó a ir con el hermano, viste que las cosas de la vida a veces te llevan a que hay momentos que no podes…
Pero él lo hacía muy seguido, le apasionaba, traía algo y ya te lo mostraba, esto lo encontramos y es de tal era arqueológica, de las barrancas te explicaba todo, de qué habían surgido esas capas, que tipo de sedimento era, todo tan detallado que cuando yo le mandé un mensaje a la Radio -cuando eso yo iba al IPA- y había cosas que él me decía que yo se las planteaba a los docentes y muchos de ellos no me lo podían explicar, Gustavo tenía un conocimiento superior que no sé de dónde venía pero sabía muchísimo.
Te describía cosas de lugares donde él tampoco había estado, te lo describía como si hubiera visitado ese lugar, como si hubiera estado ahí, conocimiento de rocas, yo juntaba rocas se las mostraba y él me decía esto es tal cosa, esto es un basalto, esto es un granito, de qué año era, de qué época de la historia de la tierra era. Muy sabio la verdad.

 

HS: Sí. Vos decís también en ese artículo de La Semana que nosotros ya hemos puesto en las redes, a propósito de esto que veníamos diciendo: “vivir desinteresadamente y entregar su saber al que se hiciera un tiempo para escucharlo, en un mundo de apariencias y tantas veces egoísta y soberbio”, para destacar esa característica, esos valores de él.

YP: Sí, la sencillez creo que era su característica principal, a pesar de saber tanto era muy sencillo y curioso por saber, ganas de conocer cada vez más, de investigar con sus pocos medios, porque en realidad su situación económica de repente no le permitía hacer viajes para ir a conocer lugares, pero desde su lugar él se las ingeniaba para explicarte todo.

 

HS: Mencionabas esa experiencia de él y su hermano ir a las Escuelas, cargar su camioneta, telescopio, rocas y todo eso, de ir a compartir al encuentro con los gurises que tanto disfrutarían hablar de su pasión.

YP: Sí, yo llegué a estar con él varias veces el día anterior que fuera a una Escuela y me decía me tengo que acostar temprano porque mañana tengo que madrugar, porque voy para tal escuelita, esa ilusión, esas ganas, que a veces en el mundo que vivimos te dicen tenés que hacer tal cosa y no hay pago por eso, muchas veces no aceptamos o no nos interesa. Él siempre tenía ese interés, esas ganas y esa ansiedad por ir y encontrarse con esos chiquilines y trasmitirles lo que él sabía.
Una vez me contó que fue a una Escuela Rural en Canelones y parece que las maestras no los dejaban quedar en la parte de la Escuela digamos, a pesar de que había comedores, no les permitía la Inspección, entonces había un galpón viejo al costado o atrás de la Escuela, no recuerdo bien, no tenía nada de galpón, se llovía, eran cuatro chapas y ahí se quedaba de noche. Al otro día se levantaba temprano para encontrarse con los chiquilines. Era el sacrificio por el dar y hoy eso se ve muy poco, por eso es importante rescatar estos valores.

 

HS: Exactamente.
Nosotros te queremos agradecer mucho, porque la verdad que yo leí ayer de noche el artículo en mi casa, tan bien y tan claramente reflejando ese espíritu de Gustavo, los invitamos a leer en el portal La Semana también hay una foto de él y había perdido la noción que ya hace 10 años de su fallecimiento en esto de lo rápido que pasa el tiempo, que fue un 28 de mayo que fallecía precisamente en el Hospital Español, ahí nos conocimos contigo Yudith. Por suerte me quedó una imagen dentro de esa situación tan complicada de salud que tuvo en los últimos días, cuando fuimos a visitarlo y me iba se quedó saludándome de una forma muy sonriente con esa cara pícara, rodeado de estudiantes de Medicina, de esos que recorren los hospitales públicos haciendo la práctica y me imagino que habrá conversado con muchos de ellos temas científicos también.

YP: Si, me supongo.

 

HS: Queremos agradecerte y formar contigo parte de ese privilegio de haberlo conocido y un orgullo que esta radio haya tenido esa inteligencia de haberlo traído, de hacer un espacio con él, que tanto disfrutamos y valoramos, ni que hablar de tenerlo allá en Kiyú en esas excursiones, en esas recorridas, de tener hijos que lo hayan conocido también, resaltar ese espíritu, que no se pierda en este país como vos decís.

YP: Claro, creo que son cosas muy importantes, los días que iba a la Radio le gustaban mucho. Le gustaba ir, expresar, contar todo lo que sabía y como tú decís iba con su bolso cargado de cosas para mostrarles a ustedes. Siempre digo que los maestros con título, uno se hace adulto y a veces recordas poco a los maestros de otras épocas, de cuando eras niño, incluso los profesores, pero cuando hay un profesor que pasan 10 años y lo seguís recordando, recordas las cosas que te decía o en el caso de la radio la gente que lo escuchaba, yo creo que eso es un tesoro. Es algo muy importante, porque hay personas que pasan por la vida nuestra que no tenemos registro, pasa el tiempo y no nos acordamos.
Él dejó grabado, no solo a nosotros creo que a un grupo grande de personas esa pasión por la ciencia, me supongo cuántos niños de esas escuelas lo recodarán por sus experiencias, cuando hacía sus experimentos, cuando llevaba el telescopio y les mostraba.

 
HS: En tu caso Yudith, vos sos Profesora de Geografía y bienvenido todos los que pueden hacer la Formación Docente, científica, pero también defender el hecho de que la pasión por la ciencia no tiene una barrera, no está cerrado con un candado el conocimiento, la inquietud por experimentar, por ir a lugares a explorar y encontrar materiales que nos adentran en el camino de la ciencia, por divulgarlo desde la humildad, no hacer gala de un conocimiento y además -como vos decías- de realmente tener conocimiento, no ser chantas tampoco porque a veces se relaciona esa imagen, el que no estudió parece que no puede adquirir conocimiento.

YP: Claro sí, totalmente.
Yo siempre digo que Gustavo fue un gran Maestro sin título, porque dejó mucho y es lo que dejan los grandes maestros, esa huella que nos dejan algunas personas que siempre es importante tenerla presente.

 

HS: Exacto.
Bueno Yudith, te queremos agradecer el material, este recuerdo, esas palabras que reflejaste en La Semana, por traernos también a este presente y alimentar la memoria de Gustavo Dalgalarrondo, el saludo a Adolfo su hermano, a su familia, a quienes están vinculados a ellos, muchas gracias por todo esto.

YP: No por favor, la agradecida soy yo que me hayan llamado y que todos los que los lo conocimos lo podamos seguir recordando de esta manera.
Él no está, pero yo pienso que quizás desde su lugar nos esté viendo y esté contento, con su sonrisa tratando de seguir aprendiendo algo por ahí, porque como puse en la nota, nada se pierde todo se transforma, entonces quizás él siga con su evolución en alguna parte y como siempre digo, los grandes sabios de la historia fueron condenados, no los escucharon, desde Galileo Galilei que lo condenaron por seguir las leyes de Copérnico, lo condenaron casi a muerte, no sé, Nicola Tesla, como que los grandes y sobre todo si son humildes fueron dejados de lado, entonces el granito de arena es tratar de no olvidarnos de estas personas.

 

HS: Yudith, muchas gracias, un abrazo y hasta cualquier momento.

YP: Gracias a ustedes y un saludo a la audiencia, que sé que hay mucha gente que lo seguía a él todos los sábados.

 

UNA DÉCADA SIN GUSTAVO DALGALARRONDO

Muchos escuchas de esta radio seguramente recordaran las charlas científicas que acostumbraba a brindar los sábados de mañana, nuestro buen amigo Gustavo Dalgalarrondo. El 28 de mayo se cumplieron 10 años de su desaparición física y recordarlo en esta oportunidad es parte de nuestro compromiso y agradecimiento, a una persona muy querida y apreciada de corazón. Por expresar cabalmente lo que sentimos al respecto, compartimos en Radio Centenario una nota publicada en el periódico de la ciudad de Libertad La Semana, y que lleva la firma de la Profesora Yudith Píriz, leída en la tarde del jueves 28 por Adriana D’Ambrosio; que puede volver a escuchar a continuación.
https://archive.org/details/2020-05-28-cx-36-recuerda-a-gustavo-dalgalarrondo

 

UNA DÉCADA SIN GUSTAVO DALGALARRONDO

 28 mayo, 2020 – Periódico La Semana

 
Pasaron 10 años de la desaparición física de Gustavo Dalgalarrondo. Su recuerdo continúa vivo en aquellas personas que lo conocieron y supieron valorar al hombre y al científico autodidacta. El 28 de mayo de 2010, dejaba este plano, pero también, sus conocimientos, los que aún permanecen entre sus amigos.
Una vida dedicada a aprender, en la que, sin pasar por las aulas y sin contacto con la academia, se las ingenió para comprender tantas cosas del mundo de las ciencias que, para muchos, representaba un maestro sin título. Gustavo Dalgalarrondo fue un incansable hurgador de conocimientos y aprendizajes, lo que representó para él, su forma de entender el mundo.
Desde su conocimiento de las galaxias, las estrellas, los planetas, así como su amplia sabiduría acerca de la Tierra y sus misterios, se forjó una identidad especial propia.

LA  BÚSQUEDA
Con la curiosidad de un niño y los conocimientos de un maestro, transcurrió sus días, en la eterna búsqueda de transmitir sus saberes y animar al que le interesara, a recorrer el camino del descubrimiento de todo aquello que nos rodea.
La ciencia, como siempre decía, nace desde ese entusiasmo por aprender; cuando no existen esas ganas, esa pasión, poco se puede avanzar por ese camino.
Su telescopio, sus libros, sus rocas y hasta aquella réplica de una mandíbula de un tigre diente de sable que tenía, todo unido a su espíritu alegre y tranquilo, eran su gran patrimonio.
Del planeta Tierra, poco se le escapaba, aún sin nunca haber estado en esos lugares de los que hablaba. Fosas, cordilleras, extensos ríos, selvas y cuevas, eran descriptas con tal significado y conocimiento, que casi, nos trasladaba a esas regiones del mundo.
Sin perseguir nada económico, su humildad lo llevó a recorrer las escuelas rurales, con los gastos solventados siempre por él y con el único propósito de que aquellos niños, quizá, se entusiasmaran con la ciencia y les naciera en algún rincón de su cabecita, esa aventura por conocer aquello que la Tierra nos muestra.
Hubo escuelas que le cerraron la puerta, con el argumento de que las inspecciones no permitían personas sin título brindando charlas, no fueron impedimento para que se filtrara en aquellos lugares en los que el personal docente comprendió su mensaje y fueron capaces de intuir mínimamente, los conocimientos que Gustavo tenía del mundo y del universo.
Tantas veces menospreciado por su condición de lugareño humilde, por momentos, parecía que esa indiferencia le daba más fuerza y su sangre vasca, lo empujaba a seguir y seguir, porque siempre decía que en la constancia está el éxito en todo aquello que se haga en la vida.
De un momento a otro, decidió cruzar el umbral del universo y seguir conociendo quizá más de cerca, todo aquello que enseñaba.
El 28 de mayo de 2010, sus rocas, su telescopio y sus libros, quedaron sin su amigo que los hacía recorrer lugares y llegar hasta la mirada curiosa de los niños.
Una década pasó, quizá para muchos sólo fue un aventurero que jugó a ser científico, sólo un hombre bueno; para otros fue un autodidacta pobre y sin estudio, que al igual que un loco, vagabundeaba por las calles, buscando mentes despiertas y con afán por aprender el universo que habitamos. También estuvieron aquellos en los que sólo quedó indiferencia, la misma actitud que supieron expresarle mientras recorría las calles de esta ciudad.   
Pero existió un puñado de personas, que supieron conocer y disfrutar de su saber.

SU TRIUNFO
Era un ser especial y quizá al igual que suele pasar, esas personas nos dejan pronto, quizá porque necesitan seguir en su evolución, o debido a que su alma no soportó que no entendieran su mensaje.
Se dice que toda persona se puede ir fracasada o triunfadora de esta vida. Desde la opinión de quien esto escribe, muy personal e invadida de subjetividad por lo que Gustavo representó para mí, puedo afirmar con total convencimiento que este ser se fue con honores, con gloria, como un triunfador.
No se trata de lindas palabras sobre alguien que no está, sino por entender que el éxito o fracaso de una vida, se mide en los legados que pudo haber dejado y él sí logró captar el interés y la admiración, aunque fuera en un pequeño grupo.
En el caso de Gustavo Dalgalarrondo, y de cualquier persona, el transmitir sus conocimientos y en su caso, aún ante el desprecio y la indiferencia de los que “saben” o “tienen”, fue una obra de arte que nunca se borrará de aquellos que tuvimos la suerte de compartir momentos y sabiduría con él.
Y si de alguien que no está, aunque sea unas pocas personas -y pasada ya una década-, lo siguen recordando, quiere decir que su vida, fue todo un éxito.
Por eso, desde acá, y con la esperanza de que en algún lugar pueda escucharnos, te decimos que los genios siempre son ignorados y tildados de locos, tal vez porque siempre se subestima y teme aquello que no se conoce, y tú saber fue tal, que al común de las personas, no pudo llegar.
La apariencia ha marcado desde siempre el status social, quién sí y quien no entra en el juego. Los que quedan afuera son seres maravillosos que la humildad no material sino moral, les ganó la batalla y no les interesó aparentar ser otra cosa. Vivir desinteresadamente y entregar su saber al que se hiciera un tiempo para escucharlo, en un mundo de apariencias y tantas veces egoísta y soberbio, es un mérito que siempre es necesario destacar y resaltar.
Ese grupito de personas aún te recordamos y atesoramos tus enseñanzas, pero sobre todo, la bondad de tu ser, aspecto que aún en los académicos más renombrados, muchas  veces cuesta encontrar. No se necesita un título y firmas que avalen una grandeza humana, con esa se nace y se recrea con la propia existencia.
Y eso, todos los que lo conocieron realmente, lo pudieron ver en Gustavo. Cómo versa la conocida frase atribuida al químico francés Antoine de Lavoisier, “Nada se crea, nada se destruye, todo se transforma”, si es así, quizá el alma de Gustavo, debe haberse transformado en una incansable exploradora de otras dimensiones.  
Por tu vida, por enseñar tanto, por tu sencillez que es la de los grandes, por tu don de buena gente y tu humildad de sabio, un enorme gracias. Nos encontramos en algún lugar del universo. Hasta siempre amigo.

Por Yudith Píriz