14 de junio de 2011

 

MENSAJE DE LA 36

 

MACEO Y EL CHE

“Che era un insuperable soldado; Che era un insuperable jefe; Che era, desde El  punto  de vista militar, un hombre extraordinariamente capaz, extraordinariamente valeroso, extraordinariamente agresivo. Si como guerrillero tenía un Talón de Aquiles, ese Talón de Aquiles era su excesiva agresividad, era su absoluto desprecio al peligro” FIDEL CASTRO

 

Por esos años el compañero Ibero Gutiérrez viajaba a la Habana, Cuba nos referimos al año que se indica en la  Revista Bohemia del 13 junio 1969, de la cual hemos extraído estos relato de dos héroes de la Patria de José Martí. Ibero trajo a su regreso a Uruguay, varias de estas Revistas Bohemias, las cuales conservamos como un verdadero tesoro. 

Es la de junio 14 una fecha cargada de significación histórica. En ella, con una diferencia de 83 años, nacieron dos grandes libertadores: Antonio Maceo (1845), brazo invencible de la epopeya independentista en la lucha de 30 años contra el dominio colonial hispano en la isla, y Ernesto Che Guevara (1928), héroe inmortal de la Segunda Independencia en Cuba y en América Latina. Esa distancia de casi un siglo entre ambos es prueba de cómo persiste y se desarrolla la lucha por la dignidad nacional y la justicia social. Maceo, vástago de una raza esclavizada y oprimida, se inscribió por sus hazañas en lo más alto de la historia patria; el Che, nacido en Argentina, sintió bolivarianamente la causa de la lejana Cuba como suya propia, se identificó con los sueños de Fidel, emuló al Titán de Bronce con la Segunda Invasión y tuvo la fortuna, negada por el destino a Maceo, de culminar su acción con la victoria y participar en una época gloriosa de liberación en la tierra de Martí, cayendo más tarde, en el otro extremo de América, mientras continuaba la misma contienda, sin límites geográficos, por la emancipación del continente. Hermanos en idéntico combate, por encima de los tiempos, ambos héroes son venerados justamente por el pueblo cubano y su ejemplo común sigue obrando sobre las conciencias de los combatientes actuales por una vida mejor.

ANTONIO MACEO

 

14 de Junio de 1845

Había cumplido Antonio dieciséis años, fue entonces cuando su padre le encomendó un trabajo de responsabilidad: Junto con su medio hermano Justo Regüeyferos, transportar desde la finca en una arria de mulos, frutos que vender en Santiago de Cuba y en otros mercados próximos. Vivía Antonio en Majaguabo, San Luis de Oriente, donde su padre. Marcos, criaba algún ganado en las nueve caballerías de su finca, sembrada de café, tabaco y plátanos para la venia, y recogía frutos menores para el consumo de la familia.
A esa edad habla desarrollado un cuerpo vigoroso que anunciaba al hombre atlético. Era su ocupación el ir con el arria de mulas a llevar al mercado los frutos de la finca, pero no era arriero de oficio, como equivocadamente dijo años después el general español Martínez Campos. Arrieros tenía su padre como empleados de la finca. El adolescente de 16 años, ya a los ojos de su padre un muchachón serio en quien se podía confiar; había demostrado en la vida del hogar, en la brega diaria ayudando en las faenas campestres, en los paseos con el mismo Marcos, un discernimiento claro y una actitud respetuosa. El trabajo hogareño de Mariana rendía dividendos. Ya estaban sembrados en él, por el ambiente, los gérmenes que desarrollarían los rasgos de su carácter.

De niño habla aprendido las primeras letras, como todos sus hermanos, con maestros particulares. No era rico el padre, pero dispuso de medios para pagar maestro privado que enseñara a sus hijos. En aquel tiempo no había escuelas a las que pudieran asistir niños de color, aunque fueran hijos de negros o mulatos libres.
Cuando Antonio empezó a empinarse, su padre le enseñó la esgrima del machete, lo mismo que a cazar, con la que se le fue afinando la puntería desde muy joven. Sabía su padre de esas cosas, pues era veterano de las guerras de Venezuela, país desde donde había emigrado a Cuba. Se estableció en Oriente y se unió con Mariana Grajales, viuda de Fructuoso Regüeyferos, que le había dejado cuatro hijos. De Marcos le nacieron a Mariana nueve: Antonio, el mayor, el 14 de junio de 1845, Miguel, Rafael, José, Julio, Tomás, Marcos, Dominga y Baldomera. Marcos estaba casado con otra mujer, de la cual se habla separado. Ella vivía en Bayamo, y hasta que ocurrió su muerte no pudo Marcos formalizar legalmente su matrimonio con Mariana e inscribir a sus hijos como tales. Mariana, que habla nacido el 26 de julio de 1808, se casó con Fructuoso Regüeyferos el 31 de marzo de 1831, y permaneció a su lado hasta su muerte, ocurrida nueve años después, quedándole de ese matrimonio cuatro hijos: Felipe, Fermín, Manuel y Justo. En 1843 se une a Marcos Maceo en la plena madurez de sus 35 años, estando ya definido su vigoroso carácter. No era una adolescente inexperta la que entraba en la vida de Marcos, ya había sufrido los naturales dolores de la viudez, y la responsabilidad de atender cuatro hijos que han perdido al padre. Es para Marcos una ayuda poderosa en el fomento de la finca. Inclinará a sus hijos a cooperar en los trabajos agrícolas, inculcándole un profundo sentido del respeto y la obediencia al padre. Cada uno de los 13 hijos tenía señalada su ocupación en la finca. Poco a poco Mariana, ocupa la posición rectora en el hogar. Marcos, que habla guerreado en el ejército español, en Venezuela, va cubanizándose por la influencia amorosa de Mariana. Las canciones con que la madre arrulla a sus hijos, están impregnadas de un sentimiento de cubanía, que es en el momento verdadero antiespañolismo.

Cincuenta años más tarde, Antonio recordará, quizás tergiversando un poco la letra, una de las décimas preferidas de Mariana, con la que mecía su sueño:

Si nace libre la hormiga,
la bibijagua y el grillo,
sin cuestiones de bolsillo
ni español que los persiga,
ninguna ley los obliga
a ir a la escribanía
a comprar la libertad,
yo con mi dignidad
¿no seré libre algún día?

Del libro “Hombradía de Antonio Maceo”

Antonio Maceo

Por José Miró Argenter

 

¡Quien tuviera el cincel soberano del arte escultórico o la paleta de los vivos colores para que nos deslumbrara con la imagen del caudillo, o con el portento más aproximado a la realidad del hombre colosal! Pincel prodigioso de Velázquez que imitas el modelo humano y descubres su alma, grande o mísera, esculpiéndola sobre el lienzo: martillo estupendo de Fidias que rompes el bloque de Paros sin la menor vacilación, desechas lo innecesario, acometes la obra creadora con el auxilio del cincel ¡cúpula excelsa! y perfilas los rasgos más pequeños de la fisonomía sobre el mármol informe y quebradizo ¿dónde hallaros hoy, para esculpir o para dibujar la egregia estampa del soldado insurrecto, animándola con el soplo de la vida? ¿Cómo con pinceles mediocres darle el esplendor de la existencia, el gallardo porte y la majestad de la apostura? ¿Cómo, con instrumentos de estatuaria manejados por artistas que no tuvieron la fortuna de ver el modelo, poder grabar sus facciones, su aire a caballo, su continente grave y singular, y la mirada fiera del caudillo en cualquier situación del bélico debate?... Si acuden a la posición más erguida del hombre de armas, la ecuestre, como generalmente han elegido los autores de retratos, que por ahí cabalgan, no delegarán a imprimirle el vigor y el aire de la acometida, ni encenderán en su rostro el fuego de la batalla porque él solo era toda la batalla. Si separándose de las copias comunes, tratan de sorprenderlo en otra actitud (como este enamorado lo pintaría), de pie, escudriñando el campo enemigo, o haciendo una señal para que la tropa apostada se corra por el lado vulnerable del opositor, el quid de la interpretación artística, será más difícil de resolver. ¿Dónde está el genio, que habiéndolo admirado en tan soberbia posición, ahora lo modele o lo dibuje, e ilumine con los resplandores de la realidad? El historiador y el
 poeta podrán narrar las páginas hazañosas del caudillo, presentándolo tal cual era, en ánimo y fortaleza, pero no acertarán con el retrato exterior, si no hubiesen contemplado al hombre sobre el teatro de la acción, en cada uno de los diferentes episodios de la gran jornada, en que siempre fue protagonista y grandiosa. No es un héroe de la antigüedad, cuya  traza nos ha legado la tradición o la  fábula cantada por el bardo inmortal de la Grecia batalladora, y que el numen de los artistas ha grabado sobre mármoles monumentales. No es Hércules ni Aquiles: es un héroe, sí epónimo, auténtico y absoluto que nuestra generación ha conocido y admirado en el cenit de la gloria bajo el dosel inmenso de una apoteosis sin igual, y ha llorado con dolor indecible su desaparición inesperada, cruel, y siempre prematura para los destinos de la patria.
Como complemento de esa gallardía moral de esos dones   exquisitos  y  soberanos, era nuestro héroe de arrogante presencia, de elevada estatura, sin ser excesiva, bien proporcionado, de sólida constitución, de amplio tórax —tan amplio que le cupieron siete balazos  sin  deformar el  espléndido escudo de atleta— de rostro animado y hermoso en el
que se reflejaban las emociones del placer y los sacudimientos de la ira: le temblaban los labios, palidecía su tez y los ojos despedían llamas, preludios de inmediato huracán o de formidable terremoto; y todo marchaba entonces bajo el impulso desordenado de la tempestad: hombres, cosas, caballos y asuntos complicados, todo rodaba con el turbión; todo eran trastos para él, menudencias, opositores rebeldes. Sin embargo, esta clase de explosiones no eran frecuentes en la vida reglamentada del campamento, pero solía acumularse, siempre bajo el aspecto más terrible, en medio del certamen de las armas, ante cualquier manifestación de pánico o el más leve indicio de temor en la defensa de una posición sobre la cual acentuaba el fuego la tropa enemiga. ¡Allá caía el rayo! ¡Qué ademán el del hombre! ¡o qué mirada de desprecio para los que le indicaran el sitio de mayor peligro! Esas miradas producían más estragos que las descargas a quemarropa del enemigo, porque la gente se lanzaba sobre las líneas del opositor, prefiriendo el azote del plomo a las injurias del General, que apenas hablaba en los trances coléricos, pero que ofendía terriblemente con las miradas despreciativas.

El examen psicológico de este personaje no es tarea difícil para el que haya vivido junto a él, en la intimidad del afecto, bajo la misma tienda de campaña, y anotado día tras día sus pensamientos y opiniones. Su modo de pensar era su modo de sentir. No era, pues, impenetrable, como han querido decirnos algunos apologistas con menos seso que fervor. Para ciertos observadores un carácter ensimismado, un rostro con apariencia adusto, y de ferocidad, completan el tipo del guerrero audaz, y son características del soldado insurgente. No se explican a un caudillo sin el temperamento iracundo, el rostro enigmático, el mal humor, la grosería, y los deseos de matanza; no se lo explican sin los instintos del carnicero y el ansia de satisfacerlos diariamente, con los propios, si no hay ocasión de ensayos con los ajenos e enemigos. Maceo era la antítesis de todo lo feroz y estrafalario; su carácter era abierto, franco, liberal y cándido a veces, demasiado cándido en ciertos asuntos que, por su índole, exigían precaución o examen minucioso, y así incurría en errores de concepto sobre los propósitos de determinados sujetos a quienes no guiaba el móvil del puro patriotismo. Creía Maceo en la bondad de los demás mientras el hecho palpable de la alevosía no demostrara lo contrario. El alma noble del guerrero no daba paso a ningún aviso de la inmediata defección, mientras la deslealtad no se hiciera evidente. Eso sí, un cubano intrigante o un revolucionario sin fe, eran hombres moralmente muertos; no volvían a entrar jamás en el reino del patriotismo: no había para ellos misericordia, si el quebrantamiento de la virtud era fruto de la reflexión o de maquinaciones dolorosas. Por lo demás le repugnaba la sangre que no fuese la vertida en el campo de batalla. En su corazón magnánimo no tenían acceso las hecatombes realizadas a sangre fría. Si alguna vez hubo de consentirlas, no fue sin la protesta noble y sincera de su alma, impresionaba por el horror de tener que acudir a tales extremos, exigidos por el carácter de una guerra sin cuartel, y para aplacar el grito de las conciencias consternadas ante la barbarie de la oposición, nunca satisfecha, siempre ávida de racimos humanos. Era una barbarie hidrópica; la sed de sangre criolla no se aplaca con el material copioso que salía del corazón del país, abierto a dentelladas por las furias del integrísimo. Tampoco la grosería entraba en su reino, pues él era cortés, afable y obsequioso con propios y extraños. Jamás vertió una palabra mal sonante, no la vertió, ni bajo el furor de la ira. Las explosiones de la cólera se retrataban en sus ojos, brillantes como dos carbunclos, iluminaban su faz broncínea y se extendían a veces por todo el cuerpo, haciéndole tomar actitudes de gladiador enfurecido; pero de sus labios no brotaba ningún insulto soez, ningún dicharacho o epíteto injurioso. Su boca, modelo de conformación y dechado de limpieza, no se ensució jamás con los escupitajos por el colmillo, tan frecuentes en otros soldados que no podían reñir sin el disparo previo de media docena de procacidades. Los que lo visitaban por primera vez, sobre todo si eran soldados españoles, quedaban encantados de la urbanidad y condescendencia del guerrero temible; se lo habían figurado hosco y era amable, lo creían irreverente y lo encontraban benévolo. Los españoles que residían en los campos de Pinar del Río o en los pueblos que ocuparon los insurrectos de la invasión, quedaban extáticos en presencia del, caporal de las hordas incendiarias, del nuevo Atila de los orientales, todos negros y desnudos, con argollas en las narices según conseja española editada por los heraldos de la opinión pública; se quedaban absortos ante el ejemplar de la gentileza, pasmados ante el hombre de la selva negra, especie de Motor de la Nigricia, rodeado de cocineros antropófagos que tocaban el matatán en derredor de las parrillas de carne caucásica, y que contemplado de cerca era la negación más absoluta de esa lealtad; de ese salvajismo, de ese pavor negro. Los españoles más intransigentes no se perdonaban haber dado crédito a la invención calumniosa; la sola presencia del hombre, su talante, su compostura, o su mirada apacible bastaba a desvanecer el mito pavoroso que en torno de él levantó la procacidad. No era menester que él dijera alargando la mano al visitante: “Antonio Maceos servidor de usted” —forma común de su primera salutación—; no era común que abriera los labios para infundir confianza al sujeto que acudía a él en solicitud de algún favor, o atraído por la curiosidad de conocer al guerrero de quién se referían las más estupendas barbaridades; el espíritu más prevenido quedaba desarmado a la sola aparición del hombre, que ni siquiera usaba el machete descomunal con que solían grabarlo los impíos Dureros de la época. Tenía placer en conversar con los españoles para atraerlos a la causa de la Revolución, pero sin inferirles la menor ofensa; les hablaba de Cuba esclavizada por la metrópoli, de Cuba que luchaba por su emancipación y por los derechos políticos de todos los que vivían en este suelo, sin hacer distingos de origen ni de opiniones. La dominación de España, de la España oficial, el militarismo, la burocracia, la probidad y la sabiduría de Real Orden, el trono, con sus privilegios y vicios, hereditarios: eso era lo opresor, lo pésimo, lo depravado. “España —solía decir— nos desprecia, pero a ustedes los explota y los rebaja. Yo no sé como hay hombres de carácter Independiente que pueden llamarle su Majestad a un lechuguino imberbe, y excelentísimo señor a Weyler. Primero me cortaría la lengua antes que caer en semejantes humillaciones. ¡Mire usted que eso es duro; un hombre como usted, que ha laborado una fortuna con el trabajo personal; que nada le debe al rey, decirte a un mequetrefe "a los reales pies de vuestra majestad" y arrodillarse ante un muñeco coronado como si fuera Dios bajado del cielo... vamos, amigo mío, confíese usted que tenemos razón los que proclamamos la libertad y la república porque con nuestras doctrinas enaltecemos  la   dignidad humana. —Y casi siempre concluía el discurso de manera: "Yo hago la guerra a España, a tropas que combaten por la tiranía, pero a los españoles que permanecen neutrales y que deploran el carácter de esta guerra destructora, es el modo de pensar de Maceo, porque me entristece que me crean intolerante y cruel. El día en que España se convenza de lo infructuoso de esta guerra colonial y se decida a tratar con nosotros ¿sabe usted a quién voy a designar para que me represente en el tratado?... El español se quedaba perplejo, ansiando conocer el nombre del misterioso diplomático de lo porvenir. "¿Quién es, si puedo yo saberlo?" —-se permitía preguntar, cuando Maceo no lo decía en el acto: "Pues... ¡Pi y Margall".
Llenaríamos muchas páginas con el relato de las escenas curiosas entre el general Maceo y los españoles que residían en los campos de Cuba durante el período de la guerra.

Carta de Maceo a Martí

 

San José de Costa Rica, 12 de enero de 1894.
Sr. José Martí.
New York.
Mi estimado amigo:
Tres veces, en mi angustiada vida, de revolucionario cubano, he sufrido las más fuertes y tempestuosas emociones del dolor y la tristeza que produce la desaparición de seres tan amados como el que acabo de perder ahora en tierra extraña,  sometiendo a prueba una vez más mi corazón de patriota, que es todo entero de su causa, y de su hijo agradecido. Ella, la madre que acabo de perder, me honra con su memoria de virtuosa matrona y confirma y aumenta mi deber de combatir por el ideal que era el altar de su consagración divina en este mundo.
¡Ah! ¡Qué tres cosas! Mi padre, el Pacto del Zanjón y mi madre que usted, por suerte mía, viene a calmar un tanto con su consoladora carta.
Ojalá pueda usted con sus trabajos levantar mi cabeza y quitar de mi rostro la vergüenza de la expatriación de los cubanos y de su sumisión
al gobierno colonial. La primera vez que sufrí, fue allá en los campos de nuestra Patria, con la muerte de mi padre, lleno de amor por sus hijos
y por el progreso de la independencia, que selló con su sangre. ¡Ay, amigo mío!, para hablar de estas cosas con calma, debe haberse secado la fuente del sentimiento filial y del de la Patria. La segunda, en que tanto lloré de coraje y dolor, y que lamento aún por los males que ha causado a nuestro pueblo, fue cuando el pacto infeliz, me apesadumbraba el recuerdo de él, y de sus deshonrosas consecuencias, aumentando mi pesar el no tener en Cuba libre los restos de mi madre y de mi padre unidos a los de mis hermanos en un solo nicho. La tercera causa de pena, la conoció usted de cerca, cuando apenas podía oírsele hablar de las cosas de Cuba libre, como ella decía, de la Revolución, con la ternura de su alma y el encanto maternal que produce lo que se amasó con tanta sangre generosa, y nos obliga al cumplimiento de nuestros deberes políticos. A ella, pues, debo la consagración de este momento y ojalá que no le enfade con este desahogo de pesar su agradecido amigo.

ANTONIO MACEO.      

En el último párrafo de .asa carta, Martí le escribe: “¿Y de esa gran pena de ahora no ve que no le he querido hablar? Su madre ha muerto.
En “Patria” digo lo que me sacó del corazón la noticia de su muerte: lo escribí en el ferrocarril, viniendo de agenciar el modo de que le demos algún día libre sepultura, ya que no pudo morir en su tierra libre; ése, ese oficio continuo por la idea que ella amó, es el mejor homenaje a su memoria. Vi a la anciana dos veces y me acarició y me miró como a hijo, y la recordaré con amor toda mi vida”.

Orden general del día
28 de Diciembre de 1896
Cuartel General en “Santa Teresa” —¡Confirmación de una desgraciada noticia!— El Lugarteniente Genera! Antonio Maceo ha muerto el día 7 del actual en rudo combate contra los enemigos de su Patria.
Cayó el héroe en “San Pedro”, término de “Hoyo Colorado” en la provincia de la Habana.
“La Patria llora la pérdida de uno de sus más esforzados defensores, Cuba al más glorioso de sus hijos y el Ejército, al primero de sus generales.
¡Soldados! ¡El General Maceo ha muerto y es preciso seguir su ejemplo de bravura y heroico patriotismo en la defensa de la Patria!
¡El Ejército está de duelo! Ordeno por lo tanto: Diez días de luto, sin más toques que los de ordenanza y el mayor silencio y recogimiento en los campamentos”.

El General en Jefe, Máximo Gómez.

En la  noche del 14 de junio de 1928, nació Ernesto Che Guevara, en  Rosario, una de las ciudades más importantes de Argentina. Cumplidos los dos años brotó el primer ataque de asma, "que ya no había de resolverse, una fatiga, un ahogo, que lo acompañaría siempre, una respiración que sonaría sorda y persistente en las aulas de la Facultad de Medicina, en el corazón de la Sierra Maestra y en las selvas de Latinoamérica.
Sus padres: Ernesto Guevara Lynch, constructor civil, y Celia de la Serna, descendientes de familias irlandesas y españolas respectivamente decidieron trasladarse a Buenos Aires.
Celia relató que “a los 4 años Ernesto ya no resistía el clima capitalino. Guevara Lynch se acostumbró a dormir sentado en la cabecera del primogénito, para que éste, recostado sobre su pecho, soportara mejor el asma”.
Ernesto desmejoraba, los médicos explicaron que era un caso que más adelante, que tal vez un cambio de aire...
Los Guevara se trasladaron otra vez. Fueron a Córdoba, donde el  mejoró. Disminuyen los ataques. Se instalan en Altagracia, tras viaja por la provincia.
“Antes que su hijo mayor cumpliera 8 años, la señora de Guevara recibió una circular del Ministerio de Educación, haciéndole notar que Ernesto Guevara de la Serna, de 7 años cumplidos, no figuraba inscripto en ningún establecimiento de enseñanza primaria”.
“Contesté de inmediato. Me hizo sentir orgullosa aquella preocupación de que los chicos aprendieran a leer y escribir. Yo enseñaba las primeras letras a mi hijo, pero Ernesto no podía ir a la escuela por su asma. Sólo cursaría regularmente segundo y tercero; quinto y sexto grados los hizo yendo como podía. Sus hermanos copiarían las tareas y él estudiaba en casa”.
Llegó al Colegio Nacional. Entonces viajaba a Córdoba todos los días “en auto pequeño, repleto de compañeros de estudios. Al volante: Celia  de la Serna”.
Vivían en “Villa Nidia” una finca grande, distante del pueblo, aquellos tiempos en que disfrutaban de prosperidad económica. Luego la situación cambió. Hubo necesidad de vender la Villa y mudarse para la ciudad. Ernesto tenía casa y comida, pero las finanzas familiares no daban para mucho más y consiguió su primer empleo.
Ya era un muchachón. Independiente, cuidadoso, atraído por los libros decidido. Con esfuerzo increíble había  superado los problemas de enfermedad y practicaba  deportes, con su hermano  Roberto y otros más. Tenía otros tres hermanos: Celia, Ana María y Juan Martín.
Algunos atletas de hoy recuerdan al joven Guevara, aquel que actuaba en la segunda del Club Atlético Atalaya; a veces salía de la cancha aplicarse un vaporizador. Una formación que alternaría entre los versos de Baudelaire y el deporte que lo templó espiritualmente y lo hizo físicamente apto.

En 1941, mientras cursa el bachillerato, establece amistad con Alberto Granados, quien tres años más tarde se graduaría de bioquímico.
Con Granados el 29 de diciembre de 1951, emprendería un largo vi en moto. Juntos decidieron recorrer la costa del Pacífico. Guevara quería andar por el continente, conocerlo, bucear las civilizaciones anteriores a la conquista, ver gente, recorrer, aunque sea a pie, sus caminos.
La familia Guevara ya se ha instalado en Buenos Aires, desde fines de  1944. Ernesto ha continuado su carrera de estudiante. “Pensábamos sus  amigos que por sus conocimientos y facilidades para las matemáticas  Ernesto se dedicaría a la Ingeniería y nos sorprendió cuando nos dijo que había matriculado en la Facultad de Medicina”.

Antes de este viaje con Granados, que como él se interesaba por la lepra y otras enfermedades tropicales, Ernesto hacía viajes por el y el oeste de su país. “Una vez recorrió en bicicleta ambos extremos. Anduvo por los valles Calchaquíes y los Andes, pasó por Tucumán Mendoza, Salta, Jujuy y La Rioja”.
Granados y Ernesto llegarían en moto a Santiago de Chile... después a pie cruzaron el altiplano caminando. “Esto nos dio facilidades para conocer al pueblo. Tuvimos trabajos, oficios para ganar algunos pesos  y seguir. Así fuimos transportadores de mercancías, hombre adores de  bolsas, marineros, polizontes y médicos, fregadores de platos”.
Dos polizontes que eran al mismo tiempo capaces de pelar papas y emprender otras tareas. Uno de ellos con un título universitario y otro casi con el de médico.
“Llegaron al Perú invocando una antigua misión de estudios y recorrieron leprosarios.  Guevara va también a Macchu Pichu, después al corazón de la selva brasileña, donde los enfermos de un leprosario les  construyeron una balsa, siguieron el curso del río y llegaron a Colombia.
Incidentes, dificultades de papeles, dinero, de absurdas cosas secundarias. "En Iquitos —narra Granados— fuimos entrenadores de fútbol y conseguimos plata para pasajes en avión. En Bogotá nos deportaron”.

Una colecta entre estudiantes permitió que Guevara y Granados llegaran a Venezuela.  Aquí quedó Alberto. Ernesto voló en un avión transportaba caballos de pura sangre hasta Miami. Debía estar sólo días y se quedó casi un mes. Racionó de tal modo sus finanzas que vivió leyendo en la biblioteca comunal y alimentándose con un café con leche diario.
Regresó a Buenos Aires. Lo reclamó el servicio militar obligatorio, fue declarado inepto, la primera ocasión. Después de graduarse sería llamado.
Con su extraño método de estudio y con su rara capacidad e inteligencia pudo aprobar entre 11 ó 12 asignaturas que tenía pendientes en mucho menos de un año. Guevara se graduó como médico en marzo de 1953.
Tiene 25 años, ha sido militante activo contra toda manifestación  de dictadura. Ya sufre el dolor de saber cómo viven los indios de Latinoamérica, y dispuesto a trabajar en función de ellos, decide regresar a  Caracas, donde le espera Granados. Trabajarían en el leprosario de Cabo Blanco.
No quería pedir dinero a nadie. Decide ir en tren desde Buenos Aires.  En Bolivia el abogado Ricardo Rojo lo convence de que el lugar de América donde hay grandes cosas que ver es Guatemala. Allí llegan en diciembre en 1953; después a México; luego en el “Granma” a Cuba.
(del “Granma”. Octubre 17, 1967).

 

UN ARTISTA DE LA GUERRA  REVOLUCIONARIA

Che era un insuperable soldado; Che era un insuperable jefe; Che era, desde El  punto  de vista militar, un hombre extraordinariamente capaz, extraordinariamente valeroso, extraordinariamente agresivo. Si como guerrillero tenía un Talón de Aquiles, ese Talón de Aquiles era su excesiva agresividad, era su absoluto desprecio al peligro.
. . .¡Che era un maestro de la guerra, Che era un artista de la lucha guerrillera! Y lo demostró infinidad de veces, pero lo demostró sobre todo en dos extraordinarias proezas, como fue una de ellas la invasión, al frente de una columna, perseguida esa columna por miles de soldados por territorio absolutamente llano y desconocido, realizando —junto con Camilo— una formidable hazaña militar. Pero, además, lo demostró en su fulminante campaña de Las Villas; y lo demostró, sobre todo, en su audaz ataque a la ciudad de Santa Clara, penetrando con una columna de apenas trescientos hombres en una ciudad defendida por tanques, artillería y varios miles de soldados de infantería.
... Esas dos hazañas lo consagran como un jefe extraordinariamente capaz, como un maestro, como un artista de la guerra revolucionaria...

FIDEL

 

PENSAMIENTOS DEL CHE GUEVARA

SI ME LLEGA LA HORA DEFINITIVA BAJO OTROS CIELOS, MI ULTIMO PENSAMIENTO SERÁ PARA ESTE PUEBLO Y ESPECIALMENTE PARA TÍ.

CHE a FIDEL CASTRO

 

Lo que debe ser, saber, hacer y tener un buen joven comunista

"...Tener un gran sentido del deber hacia la sociedad.
...Ser el primero en todo, y sentirse molesto cuando en algo ocupa otro lugar.
...Estar siempre atento a la masa humana que lo rodea.
...Ser tan humano que se acerque a lo mejor de lo humano.
...Purificar lo mejor del hombre por medio del trabajo.
...Sentir angustia cuando se asesina a alguien en cualquier rincón del mundo.
...Sentirse entusiasmado cuando en algún rincón del mundo se alza una bandera de libertad.
...No estar limitado en las fronteras de un territorio.
...Ir liquidando intransigentemente a aquéllos que se quedan detrás.
..Plantearse siempre los problemas de la humanidad como problemas propios.
...Acordarse siempre de que somos una antorcha encendida".

 

LA TUMBA DEL IMPERIALISMO

 

"Muchos pueblos de América están maduros para la revolución. No solamente los que hoy ya han comenzado su lucha. Hay algunos que no han comenzado todavía y que, sin embargo, están afilando pacientemente-sus machetes porque saben que la hora se acerca. Saben que el imperialismo  norteamericano intervendrá  en  América, pero saben también que mientras más frentes se abran simultáneamente más difícil será la  lucha... Así, cada pueblo que inicia su lucha empieza también a cavar la tumba del imperialismo".

"...Se debe meditar bien, se debe madurar bien la lucha, pero después   de  empezada se debe continuar hasta el fin. No puede haber transacciones ni términos medios. No puede haber paces que garanticen a medias la estabilidad de un país. La victoria tiene que ser total"

DISPUESTO A ENTREGAR LA VIDA

 

"Soy cubano y también soy argentino y me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más, y en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países latinoamericanos, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie".
"El problema de la transición pacifica al socialismo, nosotros no lo discutimos como una cuestión teórica, pero en América es muy difícil y es prácticamente imposible. Por eso es que específicamente nosotros decimos que en América, el camino de la liberación de los pueblos, que será el camino del socialismo, marchará a través de las balas en casi todos los países, y puedo pronosticar con tranquilidad que usted será testigo".
"Para mi Che significa lo más importante, lo más querido de mi propia vida. ¿Cómo podría no gustarme? Todo lo anterior, el nombre y el apellido, son cosas pequeñas, personales insignificantes. Por el contrario, me gusta mucho que me digan Che".
"América constituye un conjunto más o menos homogéneo y en casi la totalidad de su territorio los capitales monopolistas norteamericanos mantienen una primacía absoluta. Los gobiernos títeres o, en el mejor de los casos, débiles y medrosos, no pueden oponerse a las órdenes del amo yanqui. Los norteamericanos han llegado casi al máximo de su dominación política y económica, poco más podrían avanzar ya; cualquier cambio de la situación podría convertirse en un retroceso en su primacía.
 Su política es mantener lo conquistado. La línea de acción se reduce, en el momento actual, al uso brutal de la fuerza para impedir movimientos de liberación, de cualquier tipo que sean”.

 

HEMOS MEDIDO EL ALCANCE DE NUESTROS ACTOS

 

"Si a nosotros, los que en un pequeño punto del mapa del mundo cumplimos el deber que preconizamos y ponemos a disposición de la lucha este poco que nos es permitido dar: nuestras vidas, nuestro sacrificio, nos toca alguno de estos días lanzar el último suspiro sobre cualquier tierra, ya nuestra, regada con nuestra sangre, sépase que hemos medido el alcance de nuestros actos y que no nos consideramos nada más que elementos en el gran ejército del proletariado, pero nos sentimos orgullosos de haber aprendido de la Revolución Cubana y de su gran dirigente máximo la gran lección que emana de su actitud en esta parte del mundo: «qué importan los peligros o sacrificios de un hombre o de un pueblo, cuando está en juego el destino de la humanidad".

Mensaje a la Tricontinental

 

ATACAR DURAMENTE

"Y, a nosotros, explotados del mundo, ¿cuál es el papel que nos corresponde? Los pueblos de tres continentes observan y aprenden su lección en Viet Mam. Ya que, con la amenaza de guerra, los imperialistas ejercen su chantaje sobre la humanidad, no temer la guerra, es la respuesta justa. Atacar dura e ininterrumpidamente en cada puntó de confrontación, debe ser la táctica general de los pueblos".

Mensaje a la Tricontinental

MUCHOS VIET NAM

 

"América, continente olvidado por las últimas luchas políticas de liberación, que empieza a hacerse sentir a través de la Tricontinental en la voz de la vanguardia de sus pueblos que es la Revolución Cubana, tendrá una tarea de mucho mayor relieve: la de la creación del Segundo o Tercer Viet Nam o del Segundo y Tercer Viet Nam del mundo".

 

Mensaje a la Tricontinental

 

TRABAJO VOLUNTARIO

"El trabajo voluntarlo es trabajo voluntario nada más, y el trabajo voluntario sirve para toda la sociedad, pero sirve fundamentalmente para el individuo, para el desarrollo de la conciencia de cada uno".

INTERRELACIÓN

 

"Si la industria no ayuda a la agricultura y la agricultura a la industria, y los transportes a la industria y a la agricultura, y la industria a los transportes, en toda la interrelación de funciones en la sociedad moderna, no podemos tomar un ritmo de avance lógico, el que nosotros aspiramos lograr".

TÉCNICA Y CULTURA

 

"La cultura es algo que pertenece al mundo, es quizás como el lenguaje, algo que pertenece a lo especie humana... Y la técnica es igual, la técnica se puede usar pare domesticar a los pueblos, para liberarlos".

EDUCACIÓN

 

'"El hombre mediante la educación se supera; y cuando esa educación se realiza mediante un espíritu colectivo, cuando la vigilancia revolucionaria de todos ayuda al desarrollo de la conciencia de todos, el salto puede ser gigantesco".

ANALFABETISMO

 

"En una época que esperamos de un futuro muy a cano, el sexto grado será el analfabetismo de Cuba, es decir, quien tenga  sólo sexto grado podrá considerarse analfabeto".

 

LA REALIDAD HISTÓRICA

“La teoría revolucionaria, como expresión de una verdad está por encima de cualquier enuncia miento, es decir que la Revolución puede hacerse si se interpreta correctamente la realidad histórica y se utilizan correctamente las fuerzas que intervienen en ella, aun sin conocer la teoría”.

 

LAS TAREAS

“... La única Forma de impulsar las tareas es yendo adelante de las tareas, es mostrando con el ejemplo cómo se hacen, no diciendo desde atrás cómo se deben hacer".

HAY QUE DISCUTIR

 

"El individuo que le dicen a cada momento: Tú tienes que hacer esto» y va y hace eso, ése tiene espíritu de rebaño. A los obreros hay que explicarles las cosas, y cada vez que tenga que tratarse de un problema serio hay que discutir”.

EL EJEMPLO

"La actitud comunista ante la vida es mostrar con el ejemplo el camino que hay que seguir, es llevar a las masas con el propio ejemplo, cualesquiera que sean las dificultades a vencer en el camino".

LA CALIDAD

 

"La lucha por la calidad del producto es una lucha revolucionaria y de vanguardia. No por el hecho de ser revolucionario se puede dar al pueblo un producto de mala calidad; eso sería atentar contra la Revolución".

ESTUDIAR, OBSERVAR Y PENSAR

 

"Hay que estudiar, observar, pensar con el propio cerebro, organizarse bien y luego llevar a cabo los planes de desarrollo de acuerdo a cada país. Observar, aprender y pensar, no copiar a nadie, y después empezar a caminar, tal es la forma que nosotros aplicamos".

EL DEBER DE ESTUDIAR

 

"Y ustedes, compañeros, hoy no tienen más que un deber: el deber de estudiar. Con ese deber están pagando todas las deudas que puedan contraer con la sociedad, con esta sociedad presente, y con todos los héroes que se inmolaron para hacer posible esta sociedad presente...
"Y ustedes honran así a todos los mártires, y honran así a todos los compañeros que todavía tendremos que caer en estas luchas, estudiando cada día más, pensando también en cada momento de debilidad que están esperando por ustedes las fábricas y las escuelas, los talleres de arte, las universidades, que toda Cuba espera por ustedes".

ATENDERLOS

 

"A nuestros estudiantes hay que atenderlos, y atenderlos todos los días. Nuestra juventud ha nacido de grandes conmociones; este es un pueblo en el que hace pocos años los marineros norteamericanos hacían sus necesidades en la cabeza de nuestro Apóstol Martí y hoy es un pueblo erguido, entero contra el imperialismo  norteamericano. Se ha producido un fenómeno extraordinario, de cambio total de la conciencia de las masas, en pocos años de trabajo revolucionario".

 

MAS RÁPIDO

"Cuando más rápido avancemos en el camino de la superación, más rápido y corto será este período de transición".

Por último un Poema del 14 de junio por el “Indio Nabori”.
14 DE JUNIO DE 1845: NACIMIENTO DE MACEO.
14 DE JUNIO DE 1928: NACIMIENTO DEL CHE
 
Un 14 de junio puede nacer cualquiera,
Crecer  y, por ejemplo, no tolerar el humo
ni las malas palabras. Puede hablar lentamente
y ser gallardo y limpio, con el bigote oscuro.
Puede también ser un asmático,
graduarse de doctor, admirar a Vallejo
y a León Felipe. Puede fumar tabacos grandes,
andar en motoneta por diferentes pueblos,
parecerse a un actor
y hacer algunos versos.
Eso no es nada extraordinario. Pero yo quiero preguntarle a junio y a su día 14, si han nacido en esta fecha hombres más grandes que Maceo y el Che.

No sean testigos

las comadronas y las cunas,
sino la siembra de los hombres
durante una existencia combatiente y fecunda.

 El 14 de junio me responde:

—No registro en mi enorme tarjetero dos nombres más ilustres que los nombres de Guevara y Maceo.

Se parecían tanto en el coraje
de Santa Clara y Peralejo;
tanto quemando en la Invasión   
por los mismos caminos violentos y sangrientos,
tanto en el modo de morir
en Vallegrande y en San Pedro,
que no es sensacional esta noticia
del mismo día de sus nacimientos.
Nacieron separados. Uno aquí
sencillamente en Majaguabo.
Otro, allá en la Argentina del bravo San Martín
en la paz de Rosario.
Cada uno tuvo su presencia física
y sus retratos son distintos.

Pero como pelearon por el mismo Ideal
con el coraje mismo;
como murieron por la misma causa
con los mismos principios,
hoy fusionan sus sangres derramadas
y forman un Ser Único,  una fuerza
que mueve en forma de huracán
las entrañas de América;
enciende juventudes en el mundo,
transforma en olas fuertes las Universidades,
truena y relampaguea en las montañas...

Por eso, yo les canto el canto mismo
el catorce de junio
Vivos, nacieron separados.
Muertos, nacieron juntos.

Algunas de estas revistas tienen dibujos en tinta china realizados por el propio Íbero, imágenes de Fidel y el Che, en la pluma del compañero del 26 de Marzo asesinado por la dictadura, que además de poeta era un buen dibujante.
¿Cuántas veces habrá leído y repasado estas páginas que hoy traemos a ustedes, Ibero? ¿En cuanto estas enseñanzas habrán marcado su carácter y su compromiso con la Revolución?
¿Acaso nuestros jóvenes no deberían hacer lo mismo hoy día? Convertir en decálogo del revolucionario y asumir como propio, el modelo que aquí se expresa por el Che del cual el hizo gala y rindió culto ante las adversidades y asumió como ideal de vida.
Hay que tener cuidado, por que muchos canallas hoy se dedican a tratar por todos los medios de ensuciar la vida de los más grandes revolucionarios de nuestro continente. Como hicieron o trataron de hacer antes con los creadores del marxismo, con los verdaderos revolucionarios universales.
No olviden los jóvenes que también es un deber revolucionario defender la sagrada causa de los verdaderos héroes de la revolución.