Los vemos en las esquinas. Como mimos, como estatuas vivientes, cantando, pulsando algún instrumento, haciendo piruetas o malabares.
Suben y bajan de los ómnibus. Improvisan o interpretan un texto ya elaborado y aprendido.
Varios de ellos lo hacen como forma de sobrevivir, otros dando paso a su vocación. Y nos dejan su arte que no siempre lo pueden interpretar en las condiciones apropiadas.
Gabriel Gossio es uno de ellos. Actor, creador, entusiasta comunicador. Callejero que a diario baja desde el Cerrito hacia la mañana montevideana. El recorrido varía, 18, Ocho de Octubre, Avenida Italia.
El viernes se presenta en el Bar Iberia, de la Avenida Uruguay y Florida. Teatro, poesía, monólogos, encarnando alguno de sus personajes que lo acompañan desde siempre.
Hace un tiempo escribió Juan Gelman en su “Violín y otras cuestiones”…”qué hermoso, digo, gente, qué misterio vivir tan castigado y cantar y reír, ¡qué asunto raro!



