Recibimos en el estudio de la 36 al enólogo Gerardo Nabune en plena época de cosecha y vendimia, «en un año de muy buena calidad de uvas, con un verano relativamente seco, favorecido por las lluvias puntuales».
Dijo que los últimos días de calor apuro la cosecha, porque la planta sufrió esa ola de calor, y eso aceleró los procesos, explicó además que la uva entra con una temperatura mayor por lo tanto requiere mayor capacidad de frío para bajar las temperaturas de fermentación y para proteger los aromas y sabores, y «eso días fallaron los sistemas de electricidad, debido también, según al alto consumo eléctrico».