Un nombramiento de gran simbolismo nos permitió formular una serie de preguntas contestadas por el músico en esta entrevista de 8 minutos que compartimos con ustedes
Esta entrevista fue realizada el jueves 21 de agosto, jornada en que a las 8 de la noche, en la Sala Mario Benedetti de la Asociación General de Autores del Uruguay (AGADU) se celebró la bienvenida del cantautor Mauricio Ubal en la Academia Nacional de Letras. El Equipo de Nudo Sobre Nudo, el programa cultural de la 36, estuvo presente tanto en la presentación, a cargo del vicepresidente de la Academia, el doctor Gerardo Caetano, como en el recital que llevó el título “Cantando en casa”. Entrada libre y gratuita; el público estuvo repartido entre colegas, curiosos, y seguidores fieles de la trayectoria del fundador y coordinador general del sello discográfico Ayuí / Tacuabé.

Sobre el honor al músico; ocupar el sillón número 19 Carlos Vaz Ferreira, el vicepresidente de la Academia, en presencia del presidente Wilfredo Penco y otras autoridades, declaró en distintos momentos de su discurso que: “la cultura es mezclarse”, “siempre hay una disciplina que tiene el poder: en el gobierno son los economistas, en la academia son los lingüistas”, y que “nos faltaba la música de las palabras”.
El recital, solista casi en su totalidad excepto en el final consistió en 14 canciones, con una clara intención y estructura deliberada en su continuidad. Antes de agarrar la guitarra, el cantautor vestido con su sombrero, ya emblema desde la tapa de su disco Colibrí (1995), dijo “ahora voy a hacer lo que se me puede dar mejor”, en clara referencia a una de sus intervenciones en el preámbulo de la Academia, y que puede escucharse desarrollada en la entrevista, como reafirmación de que “para los músicos de mi generación, nunca estuvo en nuestro radar entrar en la Academia Nacional de Letras”.

“La Vereda”, del disco anteriormente citado, abrió el repertorio. Continuó con “Los Postigos”, del disco Plaza Guayabo (1997), una balada con una clara exploración erótica de la adolescencia. “Antes que cambie la luz”, rocanrol murguero (no rock and roll), dedicado a los artistas callejeros, que, como dijo Ubal “a algunos con el tiempo los vemos envejecer”. Una canción de amor inédita a su compañera, la profesora Elena Silvera, cuyo rol, destacó el músico, fue “crucial en todos los sentidos para llegar a donde estoy”. “Lugar de Mí”, otra canción de amor, muy conocida por su interpretación con la cantante Laura Canoura, y en la cual mencionó a Mateo, a “Don Mateo”. “Un Ladrón”, una canción dedicada al tiempo y su viejo oficio de pasar. Otra canción inédita: “Cantora”. Una canción a Felipe Plef, el legendario artista del graffiti, hijo además del gran músico Chichito Cabral, cuyo asesinato sigue impune y que el autor eligió como su “ponencia para la Academia”. “Tanto Frío”, dedicada al docente y periodista uruguayo Julio Castro Pérez, desaparecido el 1 de agosto de 1977. “El faro del fin del mundo”, que, en palabras del músico: “siempre está esa cuestión de la utopía, para seguir”.

Luego de este tema se unió el legendario percusionista Carlos “Boca” Ferreira, con quien no se veían “desde hace 6 años”, con el homenajeado. El recital cerró con los dos hits más grandes del cantautor: para “A Redoblar”, invita a su compañero de Rumbo, el gran Rubén Olivera, con quien, recordaron “hicimos este tema en el Teatro Circular, pasándonos puntas; Rubén tenía la melodía del estribillo “a redoblar… a redoblar”” y yo tenía la estrofa”. El público, cautivado, susurró cada estrofa y la emoción fue progresiva. El cierre fue con su conocidísimo candombe “Una canción a Montevideo”, en el cual el tempo perfecto del Boca Ferreira fue acompañado por el público, y ese coro que está en la consciencia colectiva de los uruguayos, “viene amar, viene amar, viene amar, a este Montevideo”, aún resonó en los aplausos.