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En los 100 años del nacimiento de Osiris Rodríguez Castillos

Foto: Portada del semanario La Juventud del 10 de noviembre de 1989/Archivo LJ.

Un remolino de poesía y esperanza

El texto que sigue a continuación es la entrevista a Osiris Rodríguez Castillos en su regreso a Uruguay,  realizada por Osvaldo Burgos R. para el semanario La Juventud y publicada alli, el 10 de noviembre de 1989.  La destacada figura de la cultura nacional nació en Montevideo el 21 de julio de 1925 y falleció también en la capital del país el 10 de octubre de 1996.

Entrevistar a Osiris Rodríguez Castillos antes que nada es un honor. No podemos olvidar que nuestra generación recibió el aporte cultural de este hombre que se transforma en remolino de poesía, ideas transformadoras y rescate de la cultura nacional.

Hombre vinculado al campo, que se crispó ante las injusticias y fue capaz de rascar profundo en nuestra sociedad  dejándonos en cada canción, en cada poesía, la descripción de una cruda realidad y sus por qué.

Osiris es un constante investigador de nuestra historia, y todo ello, es capaz de traducirlo con un estilo único, en músicas y letras, que acompañan tanto a docentes en sus tareas como a luchadores sociales. Es que sus canciones son un reflejo de la realidad de nuestra patria.

Por eso mismo fue perseguido. Sus canciones prohibidas en dictadura, repetidas dentro de cada casa uruguaya en voz baja, eran un símbolo de rebeldía.

Se vió obligado a partir al exilio. Sin embargo, llevó consigo cada pedacito de tierra de nuestro país, hecho que le permitió mantenerse en contacto con el mundo, aportando lo nuestro. Nunca perdió la esperanza. Ahora, después de tantos años, regresa a Uruguay. Y regresa decidido a continuar un trabajo que nunca detuvo. En su conversación con La Juventud, Osiris nos cuenta parte de su vida. Sus primero vínculos con la guitarra y la música. Su recorrido por la vida.

Poesía desde la gente

-Hablemos de su poesía , de cómo surge, ¿a qué está vinculada?.

-Es que yo no creo que se puede hacer poesía si no es a través de las vivencias personales. Incluso cuando uno cuenta cosas ajenas como pueden ser las leyendas, un hecho histórico, esa realidad que uno considera, es que, aunque uno no haya vivido, situaciones de guerra , las han vivido semejantes.

Yo hago mías esas leyendas, los sufrimientos, esas cosas de pueblo, y las verifico.

Me nacen cosas como que yo las he vivido. La gente lo toma como eso. A mí me impresiona tremendamente las cosas que veo, que vivo y que siento. Por ejemplo  en Ssarandí del Yì, las guerras de Saravia yo las conocí íntimamente porque toda esa gente había sido servidora.

Y como yo tengo esa tendencia , no sé si rodeado de gente vieja o rodeándola, fui nutriéndome de todas esas cosas.

La gente, el trabajo, las recorridas y la guitarra

Me agarraba de lo que pudiera. Sobre todo en la frontera, de Quaraí hasta el Chuy, conozco todo, paso por paso. He recorrido este país en caballo, en carro y también los aviones de Pluna , según las épocas.

Donde me decían que habian cosas legendarias, cuevas con historias, allí iba. Claro, después que fui conocido iba a dar una función artística, a ofrecer un recital, aquí y allá. Los vecinos me llevaban, me contaban, querían que yo escribiera cosas del pago.

-En la década del 50 usted fue premiado aquí en Uruguay con una medalla de oro en función de su obra…

Fue en 1953 por “Un canto al Gral. Lavalleja”. Ese fue el primer lauro que obtuve y se originó mi carrera. Algo había empezada a hacer antes en Radio Rural con los poemas de Grillo Nochero. Había empezado a hacer algunos recitales. Luego de ese lauro vino como un lanzamiento y después les agregué la guitarra.

Comencé a hacer las canciones y creo que fue en 1961 cuando sale mi primer disco.

-Lo que sucede es que nunca aspiré al éxito. A lo que siempre aspiré en el pasado y también ahora es a dejar una obra. Cuando la gente esperaba que yo estuviera recibiendo aplausos yo andaba a campo buscando los motivos. Por eso, anduve siempre por caminos desconocidos. La gente me conoce poco personalmente.

Algunas audiciones en la televisión, en aquella época en Canal 4 y varias audiciones en el Sodre con mucha gente y alguna sin poder entrar. Pero son cientos de personas.

Luego algunos recitales en el interior. Pero no alcanza para que masivamente se hayan formado una imagen de mi persona. Ahora, tras 9 años de exilio interior, porque llegó un momento aquí que no podía caminar por ningún lado. Entonces estuve encerrado 7 años en mi casa dando clases de guitarra.

Cuando conseguí recursos para irme, lo hice. Yo trabajé siempre para que mi poesía le sirviera a la gente y después de tantos años me encontré con la satisfacción enorme de que siguen sirviendo.

Me han contado cosas muy lindaas. Por ejemplo en la Argentina, una gente en el Chaco se reunía a escuchar mi disco, charlaban sobre los temas y eso es una cosa muy linda. Sin embargo no me conocían y decían y se preguntaban ¿cuándo vendrá ese viejo por aquí?.

Yo  en esa época era joven pero claro, los temas eran de una gente con vida que parecía de muchos años. Y recién ahora mi imagen concuerda con la de “grillo nochero”. Recién ahora soy un poco el “viejo Rodríguez”.

-La historia de cada tema es una influencia, una cosa nueva…

-Bueno, yo trabajé en cada uno como si fuera el primero o el último. Ahora vendo de Madrid, un tema que había apuntado acá, el “Overo” lo había empezado antes de irme y la milonga la terminé allá. Estuve seis meses trabajando con la música y con la letra que alcanza la dimensión que le experiencia me ha dado.

He hecho creo que 300 versiones diferentes. Ahora llegué a lo que yo creo es lo más correcto.

-Osiris Rodríguez Castillo habla de las tradiciones de nuestro país, de nuestra gente, pero lo hace con un contenido distinto.

-Sucede que nuestro pueblo trae de generación en generación lo que se llama tradición oral. Eso integra la sabiduría del pueblo.

Tratemos de explicar el fenómeno de manera muy sintética . Los oficiales de Artigas, cuando éste comienza la Revolución en el sentido social, en 1815, el Reglamento Provisorio, cuando empieza el reparto de tierra, esa gente que era ganadera, que tenían mucha tierra se sienten agredidos en sus intereses , allí se comienzan a formar la imagen de Artigas y esa gente poco a poco lo va a abandonar.

Esta es la traición de Pancho Ramírez, que lo vende a los imperios. Allí está el exilio de Artigas. Treinta años de exilio.

-Solo volvía si encontraba una propuesta esperanzada.

-Bueno, en mi casa no pensaba volver, si no había una propuesta política esperanzada. Porque soy un tradicionalista ciento por ciento.

Ahora bien,  tradiciones heredadas. La leyenda de que Artigas era malo, la forjaron los unitarios para hace abortar la revolución social que éste se proponía.

Cuando se genera esta república se firma un pacto entre los ingleses, brasileños y argentinos y esa declaratoria no aparece la firma de ningún oriental. La hicieron por ser conveniente para sus intereses.

El federalismo era la integración de las provincias, y a los ingleses les convenía como nos mantienen ahora, un poco esclavos.

En los albores de nuestra nacionalidad, se termina de traicionar al federalismo artiguista cuando en la Constitución de 1830 se determina que ni los analfabetos ni la gente si capital , puede votar.

-Y esto se vincula  a la actual situación. La historia vuelve a repetirse.

-Mis primeros trabajos de investigación me determinaron una mayor admiración por el Partido Nacional, desde ese punto de vista.

Yo mezclaba a Saravia, que era blanco sí, pero la guerra la hizo él, no la hizo el Partido.

Cuando termina 1904, Basilio Muñoz ve que no podía retener a la gente que se le iba. Es que esto, dijo, no es un Partido Blanco, es un Partido Saravista. Y en ese momento el partido era Saravia. Quién había cogobernado con Juan Lindolfo Cuestas fue Aparacio Saravia y no el Directorio del partido.

Entonces hay que desprender esas tradiciones , la institucional y la otra, que fue el esfuerzo de gente con orgullo, con agallas y con dignidad nacional.

Y estoy con esos. Sigo con Saravia y estoy seguro que el General estaría conmigo ahora.

Los blancos tradicionalistas ya no podemos estar en la parte institucional del partido , despojada totalmente de todos los principios que lo formaron.

Y yo me vengo con las banderas del federalismo, de la revolución artiguista al 26 de Marzo.

Porque conocí el trabajo de la organización. Un grupo humano, que es partido ideológicamente que propone la felicidad del pueblo que es lo único que importa. El Partido Nacional y el blanco no lo hacen. Para mí, como en 1815, los pobres, los indios , los negros tienen el principal derecho.

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