Foto: Américo Balbuena, al centro.
La Corte Suprema de Argentina ratificó una condena de dos años de prisión para Balbuena por sus actividades encubiertas en la agencia Walsh.
El máximo tribunal dejó firmes las condenas contra el agente del Cuerpo de Informaciones de la Policía Federal y dos de sus jefes. Entre 2002 y 2013, esa fuerza represiva nacional usó a Balbuena para reunir información de organizaciones obreras, políticas y sociales. Importante precedente para enfrentar el espionaje ilegal en tiempos de Bullrich.
Américo Balbuena, oficial de la División Análisis de la Policía Federal, operó encubierto en la Agencia Walsh, un medio de noticias que se destacaba por cubrir las luchas de los movimientos sociales, simulando ser periodista. Su rol le permitió acceder a reuniones internas de los movimientos sociales, estudiantiles, luchas obreras y datos sensibles de agrupaciones políticas, sindicales y de derechos humanos. La sentencia de Rafecas destacó que Balbuena actuó con el aval institucional de sus superiores, quienes también fueron condenados por incumplimiento de deberes de funcionario público.
Desde que se descubrió la trama de espionaje político encubierto —con Balbuena identificado como un infiltrado o «pluma»—, la denuncia fue impulsada con firmeza por integrantes de la Agencia Walsh, entre ellos Rodolfo Grinberg y Oscar Castelnovo, quienes no solo testimoniaron en el juicio, sino que también asumieron el rol de querellantes.
A ellos se sumaron organismos como el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia y las propias organizaciones espiadas, que llevaron la batalla de las calles a los tribunales.
Una década después, esa lucha colectiva culminó en un hito sin antecedentes: la condena por infiltración ilegal y espionaje no solo contra Balbuena, agente secreto del Cuerpo de Informaciones, sino también contra dos comisarios de la Policía Federal.
En este proceso se destacó la labor de los abogados del CeProDH Matías Aufieri, Liliana Mazea, Carlos Platowsky y Myriam Bregman. «Sentamos un precedente: los espías no actúan solos, hay una estructura que los respalda», destacó Bregman tras el fallo de 2023, subrayando el valor simbólico de un fallo que expone los mecanismos clandestinos del Estado.
La ratificación de la Corte no solo confirma la responsabilidad individual de Balbuena, sino que expone la estructura del Cuerpo de Informaciones, un organismo heredero de decretos secretos de gobiernos de facto, que opera también en los gobiernos constitucionales. El fallo subraya que la infiltración en la Agencia Walsh no fue un “hobby” periodístico, sino una tarea sistemática de espionaje político, respaldada por sus superiores.
Sobre el fallo de la Corte Suprema, Myriam Bregman sostuvo: «La causa del agente Américo Balbuena, ’Pluma’ de la Policía Federal, llegó a su fin. En marzo de 2023 logramos la condena por espionaje ilegal de Balbuena y dos de sus jefes del Cuerpo de Informaciones de la Federal, tras años de infiltración a la Agencia Walsh y a decenas de organizaciones populares. Fue confirmada por Casación en noviembre de 2024. En el día de ayer la Corte Suprema rechazó su último recurso. Es un buen antecedente, ya que no abundan las condenas en estos casos, menos en tiempos de servicios desbocados». Matías Aufieri agregó, “Así es. No abundan las condenas contra el espionaje ilegal, menos aún cuando la infiltración es contra periodistas y organizaciones militantes. Llega en un buen momento para que Patricia Bullrich y su desatada Policía Federal tomen nota.”
La condena, aunque simbólica por las leves penas, marca un avance en la lucha contra el aparato de inteligencia clandestino que persiste en democracia. Sin embargo, queda pendiente la derogación de las leyes que amparan al Cuerpo de Informaciones, un reclamo histórico de organizaciones sociales y legisladores.
Más cuando se conoce que habría más de mil agentes ilegales que se infiltran y persiguen a opositores. También existe la presunción de que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, aumentó esa cifra. En las últimas marchas de las y los jubilados se los vio actuar con bastante impunidad. Los propios manifestantes lo denunciaban.